miércoles, 8 de agosto de 2012

Jairo Varela, director del Grupo Niche. Homenaje y Memoria.

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* Se actualiza periódicamente. Agosto 8, 2012
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Entre llanto y música, Cali dio el último adiós al maestro Jairo Varela
Ni el sofocante calor ni el cansancio evitaron que un río humano despidiera a Jairo Varela. Esta es la crónica de un adiós desaforado y supersticioso, amoroso y triste, como no se había visto en nuestro ‘Cali Ají’.

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La Via Dei Concerti, homenaje a Jairo Varela en Ferriere, Italia


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La Orquesta de "La Via dei Concerti" compuesta por jòvenes musicos de La Orquesta Sinfònica Juvenil del Valle del Cauca, 
estudiantes del Conservatorio Bonporti de Trento e instrumentistas de Turquìa, Hungrìa Y Espana, rinden homenaje a Jairo Varela
 interpretando Cali Pachanguero durante su debut en la gira europea. 

9 de agosto de 2012

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"Cali pachanguero"
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Jairo Varela 
Director del Grupo Niche

Homenaje y Memoria

Quibdó, Diciembre 9, 1949 - Cali, Agosto 8, 2012
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Jairo Varela en Conversan DOS
 Con Darío Henao y Umberto Valverde. 

 Agosto 8, 2012. 



Homenaje y Memoria. 

Repetición del programa del 2010 en Telepacífico, 

Agosto 8, 2012, 6:00 a 7:00 PM.  

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Darío Henao, Director del Programa
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Jairo Varela y Umberto Valverde
en
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Jairo Varela, director del Grupo Niche, murió en Cali este miércoles.
Varela, oriundo del departamento del Chocó, sufrió un infarto.




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Jairo Varela en el colegio.JPG
http://www.eltiempo.com/blogs/afrocolombianidad/2012/08/a-prueba-de-fuego-mi-raza-jair.php
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AGOSTO 9, 2012: 
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EL PAIS, Cali:

Perfil del compositor Jairo Varela, genio de la  salsa colombiana.  
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EL ESPECTADOR: 

 Se va uno de los músicos más importantes de la cultura contemporánea en Colombia. Ver noticia completa
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EL TIEMPO

Jairo Varela, el adiós a un ídolo de la salsa
POR UMBERTO VALVERDE, Especial para EL TIEMPO
http://www.eltiempo.com/gente/murio-jairo-varela_12110881-4
"....
Sus canciones son reconocidas en todo el mundo: Gotas de lluvia, Ana Milé, La canoa ranchá, Busca por dentro, Buenaventura y Caney, Cali pachanguero, Mi Valle del Cauca, La magia de tus besos, La negra no quiere, Han cogido la cosa, y Cali ají, entre otras.
...." 
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CANOA RANCHÁ: 

http://www.youtube.com/watch?v=ZChfr2rhQEg (imágenes más nítidas) 



http://www.youtube.com/watch?v=cZ-a76e3_8k (otra versión) 
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De: ARMANDO ROMERO

Fecha: 10 de agosto de 2012 20:29
Asunto: RE: Desde Cajambre, Buenaventura y Nuquí para el poeta Armando: Canoa ranchá ...
Para: NTC … ntcgra@gmail.com

Apreciados amigos,

Mil gracias por ese regalo alegre en un momento de tristeza. Duele ver a un artista joven morir, y en especial a alguien que le puso alma a la música. Yo siempre he sido un admirador del grupo Niche, a pesar de que no soy un fanático de la salsa y su cultura. El lector curioso podrá ver en algún momento de mi novela La Rueda de Chicago una velada alusión al grupo Niche, con el toque de humor necesario en esa novela. 

Seguimos nuestro diálogo y yo sigo acá con la música que acompaña a todo funeral en nuestro Cajambre.

Cordialmente, Armando. 

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De: Medardo Arias  Satizábal 

Fecha: 9 de agosto de 2012,  06:47

Asunto: Así nació "Cali Pachanguero..."

Para: NTC  ntcgra@gmail.com 

Así nació “Cali Pachanguero”
Por Medardo Arias Satizábal
El flamboyán mostraba en sus raíces la humedad de las lluvias recientes y en sus ramas más altas se posaban los cormoranes. Estaba a un costado de ese pequeño hotel de Marbella, en Cartagena, regido por Enrique Sedeaux, un francés afincado en el Caribe.  Podría ser hoy un hostal de mochileros; llegábamos ahí los reporteros y fotógrafos encargados de cubrir el Festival de Música del Caribe, un evento que realizaba cada año Paco de Onís. También estaban ahí orquestas, como el entonces joven Grupo Niche, de Cali. De cara al mar, el hostal de Sedeaux brindaba cama y alimento.
Sedeaux había dispuesto unas largas mesas con tablones apoyados sobre troncos de palmeras, en los que diariamente teníamos un menú único: pescado frito, arroz con coco, tostones de plátano y limonada con panela.
Cada tarde, el Grupo Niche ensayaba debajo del flamboyán, hasta el momento de trasladarse al Circo de Toros, como se llamaba la vieja plaza de Cartagena donde el Reggae cada noche levantaba una fenomenal polvareda. Estaban ahí, en la arena, Larry Harlow, Paco de Onís, Alejandro Obregón, entre otros, dándose tragos de ron Tres Esquinas, mientras los grupos llegados de todo el Caribe  saludaban con un “¡Hola Cartagena!”
Fue precisamente Harlow, uno de los primeros en señalar la calidad interpretativa del Grupo Niche. Así lo expresó en un reportaje que me brindó antes de subir a tarima. Me dijo que sin duda esta era una de las orquestas representativas de Colombia; aseguró también que no hubiera tomado el camino de la Salsa, sin una vacación que le deparó la vida en La Habana, cuando era todavía muy joven y el sonido de los tambores que siguen la elación del guaguancó, le dijo que ahí estaba parte de su existencia como artista. Para entonces, era un joven judío de clase media neoyorquina, fascinado con la música cubana.
Varela andaba enamorado de una bella pianista de Cali que vivía en el barrio San Antonio y decidió luego irse a París; pero ella, por esos días del Festival de Música del Caribe, decidió ignorar al músico y se fue de gancho con un cadete francés; tenía su goleta anclada en el muelle de Cartagena. Pero más que el amor, lo desvelaba la música. Después del Circo de Toros, el ensayo continuaba en las noches; las voces, con acordes de trompetas, llegaban hasta las habitaciones: “De romántica luna / el lucero que es lelo…si supieras la pena que un día sentí / cuando cerca de mí tus montañas no vi…”
Tarry Garcés, sobrino de Petronio Alvarez, “El Cuco”, tocaba el saxo en el grupo. En varias ocasiones, entre el calor y el jugo de tamarindo que el propio Sedeaux arrimaba con una jarra a los músicos, me acerqué para ver la partitura del tema que nos deparaba ya tres noches de insomnio. Le pregunte a Tarry, y me dijo que se trataba de un homenaje a Cali, una canción que no dejaba dormir, tampoco, a Varela, en esos días de 1983.
En el grupo de músicos estaba siempre un norteamericano, sin camisa. Sudaba a mares; nunca supe si era arreglista, representante de orquestas. Tampoco supe su nombre. La verdad es que de esa criba musical en Cartagena y otros desvelos en Cali, nació en 1984, el otro himno de la ciudad, “Cali Pachanguero”. Llegó en el álbum “No hay quinto malo”. Era la feria de Cali de 1984 y se organizó un jurado para elegir el tema de esas fiestas. Del jurado hizo parte Luis Fernando Caicedo Lourido, hijo del director del diario Occidente, Alvaro H. Caicedo.
Luis Fernando regresó a la redacción con el entusiasmo de haber dado un veredicto certero: “Medardo, me dijo, tienes que escuchar esa canción…se llama Cali Pachanguero, sin duda es el tema de la Feria…”.
Claro, era la misma del desvelo en Cartagena y comprendí cuánto aliento e inspiración había necesitado Jairo Varela para hacerle este homenaje a la ciudad. Las primeras notas de esta melodía que hoy va por el mundo, se quedaron engarzadas en aquel flamboyán de Marbella, en los ires y venires de Sedeaux, quizá uno de los primeros hosteleros con sentido ecológico que conocí entonces. Cada mañana acercaba un balde lleno de sardinas a los pelícanos que con paso chaplinesco venían hasta el comedor al aire libre. Las aves marinas comían de su mano.
Ese recuerdo del génesis de una canción que identifica a Cali en cualquier lugar del mundo, unido a la apoteosis de Varela en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, son dos momentos que hoy no paro de recordar. Este último fue en la cima de Montjuic, en 1992. Las delegaciones del mundo desfilaban al ritmo de canciones célebres. El Rey Juan Carlos I presidía el acto en su palco, de pie. De pronto, en la televisión mundial apareció el título de una melodía: “Una aventura”, y más abajo, el crédito: “Jairo Varela, Colombia…”
El tono de esa interpretación, en ritmo flamenco, todavía repica en la memoria: “Una aventura es más bonita / si no miramos el tiempo en el reloj / una aventura, es más bonita / cuando escapamos solos tú y yo...” El coro, que se extendió por toda España, era como una escena de Lelouch en la película Un hombre, una mujer: “Reventamos, estamos que reventamos / cada vez que de frente nos miramos / y los pies bajo la mesa nos tocamos / y un beso robado queda siempre como adiós…”
Como Rubén Blades, un poeta de la Salsa. Me pregunto ahora quién le cantará a Cali y al Valle del Cauca, al río Atrato, a Buenaventura, como lo hizo Varela de manera tan singular. Se fue temprano debiéndonos muchísimas canciones. Ya lo había dicho Mercedes Sosa: “Si se calla el cantor, calla la vida”.
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Paola Andrea Gómez

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De: Centro Virtual Isaacs Portal Cultural del Pacífico Colombiano < cvi@univalle.edu.co >

Fecha: 9 de agosto de 2012,  09:10
Asunto: Conversan Dos Entrevista Jairo Varela

Conversan Dos Entrevista Jairo Varela

Conversan Dos, programa de televisión del Centro Virtual Isaacs, en convenio con el Canal Regional Telepacífico con el apoyo de la Comisión Nacional de Televisión y creado en el 2009,  tiene como objetivo entrevistar a diversos personajes que han marcado el panorama cultural y académico de nuestra Región. Aquí entrevista al maestro Jairo Varela: 

Ir a la entrevista. CLICK AQUÍ , Jairo Varela
Centro Virtual Isaacs: Portal Cultural del Pacífico Colombiano
Facultad de Humanidades , Universidad del Valle
cvi@univalle.edu.co , centrovirtualisaacs@gmail.com
Teléfonos: (+57)(+2) 3153286 , (+57)(+2) 3334909 . http://cvi.univalle.edu.co

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AGOSTO 13, 2012
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Jairo Varela, el narrador
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Por Luis Guillermo Restrepo Satizábal

El País, Cali, Agosto 12, 2012 , http://www.elpais.com.co/
elpais/opinion/columna/luis-guillermo-restrepo-satizabal/narrador

De Jairo Varela se cuentan muchas cosas con ocasión de su muerte. Su genio como compositor, su particular forma de crear empresa, sus relaciones, sus éxitos que pueden contarse por centenas.

Jairo tuvo el don de la palabra y lo usó en sus canciones para dejar testimonio sobre lo que vivió. Fue el resultado de la influencia de su abuelo, de la misteriosa capacidad poética de su madre y de ese Chocó inmenso, verde, rico y necesitado que formó su alma. Es el Pacífico que con fuerza y melodía excepcionales irrumpió en la música con Buenaventura y Caney, hace 30 años. Fue un espíritu labrado en el esfuerzo y la lucha por no dejarse derrotar, desde el momento en que lo depositaron en la fría Zipaquirá hasta el día en que se desplomó traicionado por un corazón exigido al máximo.

Fue un triunfador. No se porqué razón tuvo una mirada que expresaba melancolía y a pesar de ello se convirtió en símbolo de alegría. Fue quien recibió una cerrada ovación cuando Una Aventura sonó en la inauguración de las olimpiadas de Barcelona después de cautivar al mundo entero. Fue el hombre que enfrentó solitario la justicia y protestó en Prueba de Fuego contra lo que siempre consideró una injusticia. Fue un solitario rodeado por cientos, por miles, por millones de personas que en todo el planeta oyeron sus canciones, su orquesta inigualable y sus historias, aquellas que unieron a su Chocó transparente con este Cali de confusión.

Este Cali de inmigrantes que construye su identidad en la música y reconoce en personajes como Jairo Varela su rica diversidad. Esta ciudad que busca sin cesar la melodía, y encontró en el Maestro decenas de razones para reclamar un lugar sobre la tierra. Él fue uno de sus grandes testigos. Él hizo que sus narraciones sencillas, ricas y sensuales, con el embrujo de su tierra natal se identificaran con la vida de cada uno. Que sus referencias al Cali Pachanguero o al Cali Ají (“esto es cuestión de pandebono”) fueran adoptadas como símbolos del espíritu abierto y sencillo de los caleños.

Él cantó a todo lo que le hacía surgir a ese narrador que lo habitaba. Le cantó a sus amores, a sus triunfos, a su gente. A esos negros que luchan por vivir y se niegan a permitir que desaparezcan sus ancestros, como en Mi Pueblo, mientras se burlaba con humor negro en La Canoa Ranchá. Y le cantó siempre al amor, a veces con un dejo de tristeza que contrastaba con las melodías vibrantes de su orquesta. Pocas veces usó como solista su voz, falsete inconfundible que acompañó a los cantantes de Niche. Lo hizo para expresar sus dolores mientras hacía bailar a quien lo escuchaba, en Ana Milé o Faltó un Pañuelo que estremecen a quien las escucha.

Y el paisaje que plasmó en Mi Valle del Cauca y en Atrateño. Son paisajes que hablan, que se transforman en el espíritu de la gente. Son el retrato que cargan quienes hacen tránsito a la vida urbana y quieren tener un recuerdo vivo de sus ancestros. Es la magia de quien entendió la salsa como la expresión de una América en busca de identidad.

Eso fue Jairo Varela: un narrador de su época, de su gente, de sus costumbres. Más que un poeta, un trovador nacido en Quibdó que con su pluma y su música puso a Cali y a su Chocó en el mapa de la música universal.

“Atrateño ancho y caudaloso pasas / lento en tu viaje retratas / el dolor que injusto llevas poco a poco hasta el mar”.
COMENTARIOS en esta columna. Sugerimos navegarlos en la columna . Aquí dos de ellos: 
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*** Lun, 08/13/2012 - 8:54am —  Jorge Benalcazar V.

Me sumo a las palabras del poeta caleño Armando Romero: "no soy un fanático de la salsa y su cultura"Es innegable que ese ritmo se tomó a Cali hasta matricularla como la Capital mundial de la salsa y que el salsero Jairo Varela tiene mucho que ver con ese mote.
Pero la música y la poesía buenas o malas siempre serán, trátese del género que se trate, bienvenidas en la búsqueda de una identidad y sensibilidad superiores, que ojalá ayude a alejarnos del estado de violencia crónica en que vivimos inmersos los colombianos.
*** Mar, 08/14/2012 - 8:51am — NTC

Y qué será eso de "la cultura" de la salsa en Cali? Bien valdría la pena promover y realizar un debate público sobre el tema. Alguien dijo: "Cali se derrumbó y se derrumba y casi todos de rumba pachanguera". ¿Será que la salsa y otras manifestaciones "culturales", o sus manipulaciones, alimentan e inducen a la apatía y a hechos como el reciente 80% de abstención? ... ¿"La civilización del espectáculo"?
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Niche e identidad

Antonio de Roux

El País, Cali, Agosto 13, 2012 http://www.elpais.com.co/
elpais/opinion/columna/antonio-roux/niche-e-identidad

Jairo Varela tenía la mirada de un niño triste, la inspiración desbordada y una sensibilidad retenida, que estallaba arrolladora entre compases y arpegios. Su legado verdadero, sin embargo, es haber contribuido como ningún otro a la consolidación de la identidad caleña.

Nadie como él intuyó la esencia de esta ciudad compleja, contradictoria, que lucha por construir identidad en medio de la diferencia. Desde sus primeras canciones se propuso poner un granito de arena integrando en sus letras todo lo que une, convoca, hace sentir orgullosos y convergentes a los caleños.

Miro la ciudad desde una perspectiva peculiar, la del inmigrante proveniente del litoral Pacífico. Tuvo la sagacidad de comprender que en el caso suyo la única riqueza al alcance estaba representada por la herencia cultural de los antepasados. Por eso fue auténtico a plenitud, se veía a sí mismo como un negro verdadero, un niche creativo, persistente, sabrosón.

Conversé con Jairo en un par de oportunidades durante los últimos años. La ultima vez, en diciembre pasado, nos citamos para almorzar. En esa oportunidad se abstuvo de consumir alimentos:

-“Tengo problemas cardiovasculares graves, estoy en una dieta que no me permite acompañarlo”, se excusó.

Pronto su inteligencia y su mundo deslumbrante fueron apoderándose de nuestro intercambio. La conciencia personal sobre el respeto a la diversidad se puso de presente. Estaba orgulloso de haber llevado al Grupo Niche a la municipalidad peruana de Cerro de Pasco, donde se encuentra la mina de tajo abierto más alta del mundo, a casi 4.500 metros de altura, y donde miles de mineros dejaron de lado las marineras y los huaynos para celebrar una fiesta salsera que no tenía antecedentes en la historia. Le pregunté por el origen de esa presentación y me contó que un buen día llegaron a buscarlo en Cali las autoridades de la población.

-“Pero me queda un mal sabor”, dijo. “En mi oficina casi no dejan pasar a los visitantes porque los vieron distintos, con cara de cholitos…”.

En el día de nuestro encuentro Jairo tuvo la generosidad de compartirme varios proyectos. Habló de sus inclinaciones literarias y de las muchas horas que estaba dedicando a escribir una novela con elementos autobiográficos, que pensaba publicar a finales del 2012. Luego y a propósito de Joe Arroyo, su amigo por muchos años, hizo alusión a las aproximaciones con un canal de televisivo para llevar a ese medio su propia biografía, tal y como RCN lo hiciera con la historia del cantante costeño. El asunto le generaba aprehensiones por la dificultad de llegar a un acuerdo financiero con los productores interesados.

Finalmente, la cara se le llenó de luz cuando habló de los hijos. En especial se sentía orgulloso de Cristina Yaneth, quien estudia Ciencia Política. Jairo quería que pudiera viajar, prepararse para ser una profesional modelo.

El alcalde Rodrigo Guerrero acertó al recoger el sentimiento ciudadano y dar el nombre de Jairo Varela a la nueva plazoleta cercana al CAM. Pero el Gobierno del municipio podría dar un paso adicional estableciendo del Festival Jairo Varela, orientado a premiar a los compositores y arreglistas que ponen el acento caleño y vallecaucano al crear salsa y música tropical. Eso haría perdurar el sueño de Jairo: que la música siga dándonos cohesión e identidad.

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DE: PARÉNTESIS
Con el poder de la palabra independiente
No. 26. Domingo 12 de julio de 2012 http://www.parentesiscali.blogspot.com/
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Jairo Varela, por siempre Niche
Por Carlos Victoria (*)
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Adiós a Jairo de Fátima, el hijo de Teresa de Jesús
El periodista Lisandro Penagos traza en este artículo un perfil diferente de Jairo Varela y plantea reflexiones sobre el cubrimiento mediático de su muerte. Varela falleció el miércoles 8 de agosto, fue velado en el Teatro Municipal de Cali, el sábado 11 fue trasladado a Quibdó para que sus coterráneos chocoanos le rindieran postrer homenaje, regresado a Cali y velado en el Concejo de la ciudad y sepultado el domingo 12 de agosto.

Por Lisandro Penagos (*)
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“Cielo de tambores”

Por: FABIO MARTÍNEZ 





Como todo artista sensible, Jairo Varela sufría del corazón. Hoy, comparte tarima celestial con Rafael Cortijo, Joe Arroyo y Tito Gómez.
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Blog de Karen Gálvez
Sáb, 11/08/2012 - 7:15 pm -Caliescribe es un medio de comunicación virtual semanal de la Fundación Social Proyecto Ciudadano.  

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Fecha: 15 de agosto de 2012,  13:52

Asunto: La salsa y Cali.
Para: NTC … ntcgra@gmail.com
Apreciados amigos
Encuentro, como Perogrullo, que la música de todo tipo es fundamental en la cultura de los pueblos, y le doy bienvenida a la salsa como parte de lo que es Cali y su gente. Hoy ustedes están de duelo con la muerte de un gran músico y a la vez llenos de alegría por el homenaje tan merecido a GermánPatiño, al cual me uno de todo corazón. Yo creo que estas dos direcciones no son opuestas, sino que concurren en la dirección expresiva y creativa de la ciudad, de toda la región.

Cuando estaba escribiendo mi novela Cajambre me dí cuenta que necesitaba la letra de un "alabao" y el ritmo de un "currulao" para poder entrar al alma de nuestra gente afrocolombiana. Y entonces pasé un largo tiempo oyendo, estudiando el ritmo de estas dos formas musicales, hasta conseguir escribir la letra de ellos e incorporarla a la novela. La música, y en especial la que escuchamos en Cali, está presente en mi prosa. Así, uno de mis libros de cuentos se titula La esquina del movimiento (alusión a la canción de Nelson Pinedo), y en él hay más cuentos con títulos extraídos de canciones de Daniel Santos, Tito Cortés, etc. Y además me precio de haber bailado (no muy bien, desafortunadamente) en Juanchito, Fantasio, Honka Monka, en la avenida sexta, y en "el hueco" de la carrera segunda, fuera de un buen grupo de nightclubs 20-50.

Pero todo tiene su límite, y el hecho de que la salsa se impusiera por encima de las otras formas culturales de la ciudad, me parece digno de atención y de reflexión. Pensemos en Chicago, la cual podríamos llamar la ciudad del "blues", en Buenos Aires y el "tango", en Atenas y la "rebétika", en Lisboa y el "fado". Ninguna de estas presencias musicales se devoró a la ciudad, muy por lo contrario, la enalteció. El lector de mi novela  La Rueda de Chicago encontrará en ella mi pasión por el ritmo del "blues", de su gente. Esta forma musical es parte de la ciudad, así como lo es su arquitectura, su literatura, su arte en general. Yo busqué este balance y creo haberlo logrado. Hoy en día, cuando preparo una novela centrada en Atenas y el Pireo, mi acercamiento a su música es fundamental.

Yo creo, y ojalá nadie piense que esto es una intromisión de un "casi" extranjero, que la salsa (acompañada del dinero fácil) consiguió que la gente de Cali olvidara momentáneamente la pobreza, el miserable espectáculo de ver que la ciudad,  a partir de la década del 70, se desintegraba poco a poco gracias al poder  del narcotráfico y el distanciamiento de toda forma cultural que no se acogiera a una reivindicación de las clases populares, lo que podríamos denominar como una "popularización" de la cultura de la ciudad. Este fue un efecto contrario a lo que había pasado en la década del 60 con el surgimiento de grupos de teatro (TEC), los escritores alineados con la política de izquierda o el nadaísmo y su "revolución sin patas", dado que los componentes humanos de estos grupos venían en su mayoría de las clases media y obrera, y buscaban encontrar, gracias a una universalización cultural, un puesto de importancia en la cultura nacional, para desde ese sitio hacerse sentir en cuanto a los cambios que buscaban en el país. Este impulso contagió a jóvenes escritores de clases más altas, como es el caso de Andrés Caicedo.

Yo pasé largas temporadas en Cali en estas décadas luego del 70, y vi este cambio lastimoso. Poco a poco algunos de mis viejos amigos y conocidos se fueron acercando peligrosamente a los "capos" del narcotráfico, hasta caer algunos de ellos en la cárcel o en la desgracia. Pero, a pesar de mi horror, el jolgorio era general en la ciudad. Recuerdo un día en que estaba acompañado de varios escritores en el Café de los Turcos en la avenida sexta y la reunión se disolvió porque un cantante de moda estaba en la ciudad y era religión ir a oirlo y bailar su salsa. Parafraseando a Holderlin, hoy de moda en las universidades, podríamos preguntarnos "¿Para qué cultura en tiempos de jolgorio?”

Así veo yo las cosas, amigos de NTC …, y admiro su entusiasmo por buscar que la ciudad, sus intelectuales, aprovechen estas formas del internet para volver al diálogo, ya que los cafés literarios son cosa del pasado, al parecer. Sin embargo, dudo mucho que logren una audiencia, porque una de las secuelas de esta "cultura de la salsa" es el desinterés, la desidia que produce. No se puede hacer la "caída de la hoja" pensando en Kafka, decía Perez Prado.

Pueden enetecear esta carta si así lo desean.

Cordialmente, Armando


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*** CONTINUARÁ ... 

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