viernes, 26 de septiembre de 2014

LLUEVE EN LA CIUDAD DE LA FURIA y ADIÓS A CERATI. Por Carolina Urbano

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LLUEVE EN LA CIUDAD DE LA FURIA

Carolina Urbano *

Hace quince días murió el cantautor argentino Gustavo Cerati, después de rehusarme a hacer las infinitas filas para despedirlo, decido ir a visitar  su tumba a pesar de la lluvia. Sus restos están en el cementerio de Chacarita, pero no en el panteón de los músicos, como salió en algunos periódicos, sino en uno común y silvestre donde también está su padre (el Panteón de Nuestra Señora de la Merced), como bien anunciaron otros periódicos. 

Aún no tiene placa, hay tan solo un papelito plastificado escrito con lapicero (con “biromen” dirían aquí) y otro anuncio prohibiendo escribir sobre la lápida. 

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A pesar de la lluvia, hay jóvenes con cara de tristeza que también van a despedir al músico, unos llevan flores, otros dejan notas, alguien insertó entre las flores un cigarrillo. 




Pienso en la conversación que algún día tuve en el bar de la Casa de Poesía Fernando Mejía sobre si las letras de Soda Stereo eran poemas y si eran mejores o no que las de Caifanes. Pienso en el libro de cuentos de Octavio Escobar titulado “De música ligera” *, con el que obtuvo el Premio Nacional de Cuento en 1998. Pienso en todas las generaciones que siguen vibrando con la fuerza de su música, de ahí los poemas que escribe el joven poeta Daniel Moreno **. Por eso también la cantidad de homenajes que se siguen haciendo, yo me uno a esa lista de seguidores, aunque debo confesar que de todos los mensajes y tributos que se le han hecho hasta hoy, el que más me conmueve es el  que pasaron en el tablero de los “subtes” (donde se informa el estado de los trenes), horas después de que anunciaran la muerte de quien cambió la historia del rock en español: “Gracias totales” (ver foto).


ADIÓS A CERATI

Soy de la generación que comenzó su adolescencia con el nacimiento de lo que ahora llamamos “rock en español”, por eso el intento de cualquier clase de homenaje a Gustavo Cerati es inevitable, pues aprendimos sus canciones cuando todavía los padres nos trataban como niños y cantábamos las “malas palabras” de algunas bandas con miedo a un regaño. Era la época de Hombres “G”, Enanitos verdes, Los prisioneros, Los toreros muertos, Caifanes y por supuesto Soda Stereo. Es decir, memorizamos sus canciones a la edad en que lo que aprendido no se olvida jamás, mucho menos si se consideran lo mejor, porque todo hay que decirlo, el grupo conformado por Cerati, Zeta y Charlie, siempre estuvo en los primeros lugares de las también nacientes emisoras de rock: Radioactiva y Veracruz stereo. Demasiados recuerdos traen canciones como “Persiana Americana”, “Juegos de seducción”, “Signos”, “De música ligera”, “Hombre al agua”, y una lista interminable porque el himno siempre fue y será “La Ciudad de la furia”, su letra se consideraba un poema y no importaba que la ciudad de la furia fuera Buenos Aires, la ciudad de la furia podía ser cualquier ciudad, era la ciudad que todos llevábamos en la mente, eran todas las ciudades de Latinoamérica donde Soda Stereo hizo furor y batió records. Por eso el honor se lo llevó Andrea Echeverri cuando la interpretó con Cerati en un desconectado, tal sería la emoción de la florecita rockera que hasta cambió una parte de la letra. ( 1 )
Pero los fanáticos de Soda Stereo también sufrieron la desaparición de la banda a principios de la década del noventa y no por esto Cerati dio por terminada su carrera, todo lo contrario, él no quería quedarse en la leyenda de la banda que lo llevó a la fama, él quería explorar otros caminos, buscar la música con los cambios y las nuevas tecnologías que se iban imponiendo, y así después de que ya había hecho historia, tuvo la suficiente energía para componer siete álbumes más sin perder seguidores. No cabe duda de que era un músico incansable: “Tu luz es muy fuerte/ es iridiscente y altamente psicodélica (…)/ sos el ángel inquieto que sobrevuela/ la ciudad de la furia”, le escribirá su colega Alberto Spinetta. Desde “Te hacen falta vitaminas” hasta “Crimen”, Cerati nunca defraudó a sus fans, quizás ese sea el punto que más admiro, nunca se quemó, nunca vio la decadencia, la idea de un reencuentro con Soda Stereo en 2007 no se debió a una crisis creativa, de acuerdo con Adrián Taverna, sonidista de la emblemática banda,  los hijos de Cerati habían crecido y él quería que vivieran Soda Stereo. Parece que el cantautor argentino también fue un buen padre, pues es cuando va a nacer su primer hijo que se separa por primera vez del grupo y se va a vivir un tiempo a Chile donde compone el álbum Amor amarillo, el primero en solitario, mostrando una vez más que estuviera donde estuviera, hiciera lo que hiciera el resultado sería música. Su hija Lisa escribió en el momento de la muerte de su padre “alto más alto, poder decir adiós es crecer”, aludiendo a una de las canciones de “Ahí vamos”, que bien podría ser su epitafio: “separarse de la especie/ por algo superior/ no es soberbia, es amor/ poder decir adiós/ es crecer”. Los poetas siempre logran escribir algo para honrar su muerte.
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** Poemas de Daniel Moreno 
Arde la ciudad

Arde en la ciudad de la furia
arde mientras el caos de perros
policías putas pelos púas
espinas de la piel de esta ciudad
ardiente y sonoro incendio
en el centro de la furia

Un hombre alado
se fuga de la ira consciente
un hombre y sus alas vuela sobre
la punta del tridente rojo que anima esta ciudad
         vuela sobre aullidos y augurios
que definen la melodía solar
la calma en la noche
el incendio de las voces
el fuego en la voz y la furia
en el aire de megapixeles infectados

El hombre se fuga con alas
cuerdas y acordes
la tierra lo extraña, lo espera
la noche lo oculta en sus piernas
         cósmicas
         amarillas auroras boreales
la noche lo alimenta
la noche y sus chispas de oscuridad
la noche oculta sus flechas en galope
la noche salva y resucita su canto
mientras arde la ciudad
         sorda en su furia
         muda en su furia
         alarmada en su furia
         ahogada en su furia
         susceptible en su furia

5- 04-13

La tempestad del ángel

Ahí va la tempestad
es paisaje habitual,
ya parece despertar
         -un nuevo acorde vital

Es la caída de un ángel eléctrico

Aquí está el baile de abejas
la carrera sumisa que carga y espanta

         -escapa el ángel eléctrico

Vuela solo y cansado
cae lento
salvaje pasa la sombra
el ángel eléctrico limpio incólume

Aquí está la tempestad
te miro a los ojos
la colmena bulle
sigue la caída

En medio, el grito eléctrico del ángel
grito que no termina

canto eterno de disco que baila
         sobrevive a la tempestad
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Cementerio de Chacarita
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Carolina Urbano. Profesional en Filosofía y Letras por la Universidad de Caldas y Magíster en Filosofía por la Universidad Nacional de Colombia. Pertenece al comité editorial de la revista de poesía Luna Nueva. Columnista de periódicos nacionales. Docente universitaria. Actualmente reside en Argentina donde realiza estudios de posgrado en Literatura en la Universidad de Buenos Aires
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