viernes, 12 de diciembre de 2014

‘Memorias musicales’, Valle del Cauca. Enrique Millán Gómez. Julio 2014. Páginas 202

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‘Memorias musicales’

Valle del Cauca

Enrique Millán Gómez

17.0 x 23.6 x 1.1 cms. Páginas 202. Julio 2014
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Enrique Milán Gómez, milano_guitar@yahoo.com
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CONTENIDO
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Agradecimientos especiales a las personas que de algún modo contribuyeron a la realización y edición de esta obra.

Dr. Humberto Botero Jaramillo,
Dra. María Helena Quiñones,
Dra. Olga Sefair de Cobo,
Sra. Blanca Ruth Garcés Salcedo,
Hermanas Misioneras Agustinas Recoletas,
Museo de Arte Colonial.

Agradecimiento póstumo al señor Fabio Noel Arias (FARIAS) Q.E.P.D. Quien con su gran aporte realizó la corrección del libro. ( http://ntcpoesia.blogspot.com/2014_06_13_archive.html )

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DIEGO ESTRADA MONTOYA
Buga, 10 de Octubre, 1936 - Cali, 9 de Diciembre 2011
En la página 147
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Sobre el Maestro Estrada, NTC ... enlace: http://ntc-musica.blogspot.com/2014_11_01_archive.html
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NTC ... EN EL LIBRO
Página 134

FUENTE, NTC ...:
http://ntc-musica.blogspot.com/2013/02/pedro-morales-pinohoy-150-anos-de-su.html
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EDICIÓN (PARCIAL) DIGITAL-VIRTUAL
DE  178  PÁGINAS DEL LIBRO (de 202) 


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Al rescate de la historia musical del Valle del Cauca
El músico e investigador caleño Enrique Millán acaba de lanzar ‘Memorias musicales’, un libro que recoge la historia sonora del Valle del Cauca desde la época prehispánica hasta hoy. Estos son sus hallazgos.
GACETA, El País, Domingo, Noviembre 9, 2014

¿Cómo nació la idea de escribir ‘Memorias musicales’?
Dos amigos, Egberto Bermúdez y Luis Antonio Escobar, autores de ‘Historia de la música en Santa Fe y Bogotá’ y ‘La música en Cartagena de Indias’, respectivamente, estaban sorprendidos porque no se hubiera publicado nada sobre la música vallecaucana. Ellos me sugirieron que rescatara su legado.
No había un libro que condensara esa historia musical...
Así es. Hay investigaciones muy interesantes hechas por el Centro de Documentación Musical en Ginebra y promovidas por el maestro Hernando Cobo. A su vez están las de Octavio Marulanda sobre el Festival del Mono Núñez, y aquí en Cali está el maestro Mario Gómez-Vignes, quien escribió un análisis fantástico sobre la música de Antonio María Valencia. Hay estudios de Fiorella Goeta, Héctor González y Álvaro Ramírez Sierra, y muchos libros relacionados con la salsa y la música afrodescendiente en las bibliotecas. Entonces hace catorce años empecé a recopilar información en el Archivo Histórico Nacional y otros centros de información.
¿Cómo definió los temas?
Hay tres preceptos importantes en la historia de la música: la folclórica, la popular o comercial y la académica. A partir de esos aspectos empecé a explorar nuestro legado.
E incluyó la música que se hacía en la región antes de la Conquista...
Estudiosos en la materia, como el maestro Germán Pinilla, ya tenían publicaciones sobre lo que se llama arqueomúsica o etnomusicología, una rama que tiene que ver con los instrumentos ceremoniales de la música prehispánica. Investigué alrededor de ese tema leyendo las crónicas de Motolinía y Pedro Cieza de
León, entre otros.
¿Cómo era esa música?
De guerra, bailable y vocal. La encargada era Nanine, hija del cacique Petecuy. Construían sus instrumentos con barro, arcilla, caracoles, espinas de pescado y partes humanas. La piel de sus rivales, los xamundiés, la cocinaban y tostaban para usar como membranas en sus tambores. Y con fémures y radios hacían flautas.
¿Y cuál fue el aporte de los conquistadores?
Ellos trajeron la vihuela, la guitarra de la época, y el canto gregoriano. A través de sus campañas de evangelización les enseñaron a los indígenas los rituales de la iglesia católica, el órgano y a cantar en latín.
¿Qué más hay en su libro?
Sigo el recorrido cronológico hasta la actualidad hablando de instituciones musicales, orquestas y emisoras. También reseño visitantes ilustres que tuvimos como Isaac Stern, Alfred Cortot, Arthur Rubinstein y Leonard Bernstein. Y por supuesto que hablo de artistas vallunos como Pedro Morales Pino, Julio Cuadros, José María Soto y Ernesto Salcedo Ospina, entre muchos otros.
¿Cuáles fueron sus hallazgos más importantes?
Que Jorge Isaacs haya escrito 494 canciones en forma de torbellinos. Son coplas donde el patrón recitaba una estrofa y el esclavo respondía. Son preciosas.
¿Algún otro?
Haber descubierto unas partituras de Cali de 1890. Las encontré en el convento de las madres agustinianas, en unos escaparates llenos de ácaros y polvo. Es un libro escrito con pluma que contiene composiciones de música coral y religiosa de diferentes maestros de la época. Lo más interesante fue que el padre Hurtado Galvis me contó, antes de morir, que muchas de esas piezas fueron cantadas como bambucos en el barrio San Fernando. Es el libro de composiciones más antiguo que se conoce de Cali.
¿Cuál es el instrumento más emblemático del Valle del Cauca?
La bandola, porque para este instrumento es que están escritas la mayoría de las obras vallecaucanas. Su origen es italiano, donde se llama mandora. Luego llegó a España como bandurria, y aquí se convirtió en bandola.
¿Y cuáles son nuestros auténticos géneros musicales?
El torbellino y el pasillo, que son los que más se repiten en la historia de nuestro departamento, y los que más compositores han tenido desde 1800 hasta hoy.
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sábado, 22 de noviembre de 2014

Reminiscencias de la música en Ocaña. Por Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi. Diego Estrada, bandolista. Memoria y Homenaje

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DE: Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi 

Reminiscencias de la música en Ocaña

Bucaramanga, noviembre 20 del 2014

Señor Don 
Luis Eduardo Paéz García
Presidente
Academia de Historia de Ocaña

Mi apreciado y dilecto amigo:

Recibe un cordial y afectuoso abrazo de amigo y paisano.

Hoy he recibido un correo procedente de Cali, de parte de Don Gabriel Ruiz Arbeláez, Director de un Informativo Cultural llamado "NTC" *, y a través del cual me ha hecho llegar una información relacionada con uno de los grandes cultores de la música andina colombiana, y hago mención del gran ejecutante de la bandola, Don Diego Estrada, quien durante muchos años formó parte del Trío "Morales Pino", integrado por Álvaro Romero, Peregrino Galindo y el mencionado músico. 

Pues bien, a qué viene todo esto, te estarás preguntando. Resulta que en el año 1978, siendo yo funcionario de la Alcaldía de Santiago de Cali, fui hasta la residencia de Don Diego, uno de los más grandes bandolistas que ha dado Colombia, con el objeto de hacerle una entrevista e igualmente darle un regalo: El Long Play titulado: "Ocaña: Geografía del Recuerdo", que todo ocañero raizal debe saberlo, contiene una selección de temas musicales y poemas de nuestros grandes vates. Resulta que al hacerle entrega del mismo, cuán agradable fue poder escuchar de viva voz, el elogio que Don Diego me hizo de grandes talentos musicales paridos en la entraña hacaritama. Tras escuchar nuestro himno regional (Ocañerita), quedó encantado y me solicitó encarecidamente le hiciese llegar la partitura de dicha obra, con el objeto de grabarla en compañía de sus amigos. Ello no fue posible, pues las comunicaciones en ese tiempo no eran fáciles, y además no tenía direcciones de amigos a quien contactar.

(Te invito a que escuches varios temas de este gran músico colombiano, que irás a encontrar al final de este correo).

Bueno, pero prosiguiendo con el tema, durante el transcurso de mi intervención, tuve a bien hacer una exposición muy general, de lo que ha sido la música en mi Ocaña señorial. De ese recuerdo y algo más, quiero traer a colación, algunas reminiscencias, que quizás puedan servir de algo, cuando algún erudito nuestro, se proponga recopilar las memorias, no parciales ni sesgadas, de la Historia de la Música en Ocaña.

Inicialmente debo confesar, que lo que aquí voy a describir, tiene más que ver, con mis propias vivencias, particularmente durante mi niñez y mi adolescencia, enmarcada en los años 50 al 70 del siglo pasado. 

Yo no puedo afirmar categóricamente que la influencia musical en el alma ocañera, se haya impregnado solo de la música andina, por el hecho de formar parte geográficamente, de esta región, pues no debemos olvidar que, durante en transcurso de la historia, Ocaña ha tenido vínculos geográficos, políticos, económicos, culturales y hasta religiosos, con la Región Caribe, en especial con los Estados del Magdalena y de Bolívar. Sería bueno refrescar la memoria, y decir que, cuando no existía la figura de Departamentos, sino de Estados, el Estado del Magdalena, que abarcaba lo que hoy son los Departamentos del Magdalena, Guajira y Cesar, también incluía a la denominada Provincia de Ocaña, eso hasta el año de 1910. Yo creo que a eso se debe atribuir, en gran medida, que los ocañeros hayamos siempre tenido una especial integración con la región caribeña, sin dejar nuestra condición andina. Y eso se ha visto reflejado durante décadas en nuestras costumbres musicales, en el baile, en la gastronomía, y hasta en la idiosincracia, por su forma de humor y vestir. 

Pero entrando ya en materia, pues quiero hacer remembranza de la Ocaña musical de mi época, debo empezar por decir, que mi tierra natal ha sido campo de cultivo, para las más diversas expresiones, sin que ninguna de ellas prevaleciera sobre la otra. Aún conservo en mi mente y en mi corazón, aquellos bellos recuerdos, cuando mi padre madrugaba y nos llamaba, para que llegásemos temprano a la Escuela (Adolfo Milanés) y al Colegio Caro, los mayores. Antes de partir a clases, yo solía prender el radio y sintonizar "Ecos de Ocaña", la cual iniciaba su programación con un tema instrumental: "El Puente sobre el Rio Kuwait", luego el Himno Nacional y enseguida un programa musical con temas exclusivos de la región andina colombiana.  Escuchar a Don Saul Conde Berti, el hombre del corbatín o a Doña Ary Osorio Álvarez, los locutores de cabecera,era una maravilla. Al compás de bambucos, pasillos, valses, torbellinos, guabinas, dábamos inicio a la mañana. Salíamos de casa entonando Las Acacias, El Guatecano,  Hurí, Pueblito Viejo, Señora María Rosa, y muchas más. 

Cuán hermoso era asistir los domingos en la mañana, al Radio Teatro de la Emisora Ecos de Ocaña, donde los niños ensayábamos previamente, acompañados de guitarras, canciones andinas, llaneras, costeñas y hasta rancheras. El programa infantil dominical se llamaba "Pica - Pica", y allí hacíamos gala de nuestras voces, y se nos premiaba con tubitos de Café Dego o San Roque, con paquetes de velas El Alba, con billeticos de cincuenta centavos, con los cuales podíamos ir en horas de la tarde, a cualquiera de los teatros (salas de cine) existentes: El Granada, Morales Berti y el Avenida. Antes que se comenzasen a rodar las películas, escuchábamos música colombiana, pero de igual modo a Tony Aguilar, Jorge Negrete, Pedro Infante, Dueto Miseria, Javier Solís, Miguel Aceves Mejía, Olimpo Cárdenas, Julio Jaramillo, Los Panchos, etc. Nuestros oídos se fueron acostumbrando a ello.

En la Emisora, los sábados en la noche, se presentaban mayores o adultos, y de allí surgieron grandes exponentes. Los domingos los niños cantaban de todo: temas andinos, llaneros, rancheros, pasodobles, y un grupo infantil con dulzaina, caja, guacharaca, cencerro, maracas  y timbales, ejecutaba guarachas, tuqui-tuqui, paseaitos, cumbias, porros y otros aires más de Aníbal Velásquez. Se llamaba "Los Pelayeros", dirigido por Álvaro y Virgilio Sánchez.

Para esa misma época, eran frecuentes los bailes ante todo en los barrios populares de Ocaña y en familias de clase media. La política sectaria se veía reflejada cuando los hijos de los liberales, tenían sus fiestas en el Centro "Benjamín Herrera" (donde hoy en día funciona El Bodegón eléctrico),  bajo la dirección de Don Bernardo Silva Gómez, quien solía contratar a la Orquesta de "Rocho", llamada ritmo tropical, mientras los hijos de los hermanos godos, se iban de fiesta a casa de Don Juan Luna y su señora Rosario (ubicada frente a la antigua Cárcel del Circuito, hoy en día sede del Sena).

Oh época linda esa de los años 50 y 60, donde los enamorados hacían de las suyas, llevando serenatas hermosas, a encantadoras damitas, que felizmente trasnochaban, al sentir las melodiosas notas de un violín, una guitarra, un tiple, una bandola. De cuantas de ellas no fui testigo, cuando asomadas al balcón, escuchaban por ejemplo el pasillo "Reflejos" que Jairo Adip Pérez Díaz, acostumbraba llevar a quien hoy es su esposa (Cecilia Angarita), en la Calle del Tejarito, con su compadre Julio Uribe, violinista, guitarrista, cantante y un ser excepcional. Y que decir de esos viejos juglares y trovadores, como Leonel López Picón, Luis Páez Caicedo (el barbero de mi padre), Miguel Ángel Pino, Guillermo Lemus Sepúlveda, Carlos Julio Melo, Cheo Paba, Otoniel Osorio Pinto, cuando en compañía del Maestro Rafael Contreras Navarro, en su grata morada, ubicada en el barrio La Costa, o en casa de Doña Leticia Patiño de Contreras (en San Francisco), vivían grandes jornadas, improvisando tonadas, y alegrando los corazones de todos aquellos que por allí se acercaban. 

Ah tiempos aquellos, en que los hermanos Carrascal Claro (Alfonso, Carlos y Orlando), se reunían con sus amigos para evocar con poemas y canciones el amor imperecedero por su tierra hacaritama. Que aportes tan bellos que esta familia hizo por el el arte ocañero. 

Ocaña del alma, ha sido, es y seguirá siendo una puerta abierta a muy diversas expresiones. Desde que Don Miguel Duque Gutiérrez De Piñeres (hijo de Doña Nicolasa Gutiérrez De Piñeres, hermana de mi tatarabuelo José María Jerónimo Gutiérrez De Piñeres) llegó a Ocaña procedente de Mompox, con un piano importado de Alemania, hacía 1860, se produjo en nuestra patria chica un "boom" de música culta, donde surgieron grandes talentos, no solo de varones sino también damas, intérpretes de ritmos variados (polkas, valses, mazurkas, etc), con pianos, arpas, violines, tanto así que a principios del siglo XX, en el ámbito nacional, se consideraba a Ocaña, una de las ciudades más cultas en materia musical.  Muchas veces pasé por casa de Doña María Elena Morales de Prince, y me emocionaba verla tocar el piano con melodías de nuestra entraña popular, o por la casa de Rafael Uribe (El loco), donde también el piano era parte de la rutina familiar. Esta tradición aún ha continuado, y hoy en día se refleja con la cantidad de valores que ha dado la Provincia, y que se pasean por diversos escenarios. 

Vale recordar como la música de Bandas han sido toda una tradición en la Provincia de Ocaña (Ocaña, Convención, Río de Oro, La Loma de González, El Carmen, La Playa, etc), las cuales no solo han ejecutado los aires musicales del interior, sino de toda Colombia y aún del exterior. Por ejemplo, nada tienen que envidiarles, en su sabor y ejecución, a las del caribe colombiano, tocando Porros, Cumbias, Merengues, etc. Desde la familia Noguera, pasando por los Clavijo, y llegando hasta hoy en día (tristemente abandonadas por las administraciones locales), han sido muchas las glorias y los ratos agradables que han dado a todos sus oyentes. Que ocañero sesentón no recuerda aún esas llamadas retretas, que se hacían en la Plaza 29 de Mayo los jueves y los domingos, donde el maestro Rafael Contreras, con ese talento y dominio, dirigía a los integrantes de la Banda, para deleitar a la perfección, con bambucos, valses, pasillos, rumbas, porros, merecumbés, gaitas, joropos, pasajes, y hasta música clásica, porque había mucho talento en sus filas. Eso jamás lo iremos a cambiar por ruidos de tutucos, como el tal reguetón, y toda esa basura comercial, que nos han querido introducir a la fuerza, para exterminar nuestra real identidad.

Jamás podríamos ignorar la influencia tan marcada de la radio en el corazón de los ocañeros, dado que en ese momento de la historia no estábamos invadidos de tanta "asquerosidad" , como se suele escuchar en AM y FM, de la radio actual. Que rico era encender el radio y poder sintonizar, con absoluta claridad, las radiodifusoras en boga, no solo a nivel nacional, sino también internacionalmente: Radio Rumbos de Venezuela, al igual que Ecos del Torbe, donde la música llanera llegaba gustosa a nuestros oídos; la Billos Caracas Boys, la mejor orquesta de música tropical del mundo; los Melódicos, Orlando y su Combo, Los Blanco; de República Dominicana llegaban las ondas hertzianas con el merengue típico del Cibao y su máximo exponente: Ángel Viloria, con temas como "A lo oscuro" y "La Empalizá"; de Cubita la bella, a través de Radio Progreso de La Habana, se alegraba nuestra vida con las voces inolvidables de Daniel Santos, Celia Cruz, Bienvenido Granda, Alberto Beltrán, la Sonora Matancera, Bobby Capó, Trío Matamoros, el gran Benny Moré, Celina y Reutilio; de Curramba la bella, Barranquilla entraba Radio Libertad con Marcos Pérez y las agrupaciones musicales de moda: Pacho Galán, el rey del merecumbé, Ánibal Velasquez y su acordeón embrujador, Lucho Bermudez con Matilde Diaz, y sus porros inolvidables, Pedro Laza y sus Pelayeros, Rufo Garrido, La Sonora Cordobesa, Antolín Lenes y Lucy González, Guillermo Buitrago, Bovea y sus Vallenatos, La Sonora del caribe, Clímaco Sarmiento, Los Corraleros de Majagual, Alfredo Gutiérrez, etc; de Santa Marta no me perdía a "Ondas del Caribe", quien de lunes a viernes, a las 8 pm, nos ponía a los jóvenes de ese entonces a escuchar a los grandes juglares de la música de acordeón, cuando en el programa: "Así canta el Magdalena" (no existía aún el Cesar, ni se llamaba vallenata esa música bella costumbrista y raizal conocida de manera deforme hoy en día), distinguíamos a músicos de la talla de Alejandro Durán, Colacho Mendoza, Andrés Landero, César Castro, Julio De la Ossa, Luis Enrique Martínez, etc; de Bogotá se podía sintonizar Radio Santa Fe, con su nocturnal colombiano y el maestro pamplonés Oriol Rangel y sus conciertos de música andina colombiana. En medio de todas esas frecuencias, que absorvieron los ocañeros, nunca hizo falta el bolero y la ranchera, de gran arraigo popular, como Javier Solís, Los Panchos, Johny Albino, etc. Allí, en todo esa amalgama musical, se fue nutriendo paulatinamente el ocañero. No podemos entonces afirmar que Ocaña ha sido solo música andina, porque faltaríamos a la verdad. Otra cosa es que en el día de hoy, debido a los grandes intereses de las casas disqueras y la famosa payola, se esté induciendo a los jóvenes a cosas que nada tienen que ver, con su identidad cultural.

En Ocaña surgieron grandes voces como Blanquita Sierra, una dulce y cotizada voz; al lado del famosoTrío Los isleños (Gastón Guerrero y Santander Díaz), irrumpió el ocañero Oscar Fajardo con su exquisita voz; se crearon nuevos grupos como el Cuarteto Camaná y luego el Trío Piraligua con Carlos Navarro Torrado, Gustavo Arévalo y Héctor Sánchez (mi ex-compañero de estudios, infortunadamente sumido en su adicción), quien luego fue reemplazado por Efraím Jácome. Estuvieron presentes también las Hermanitas Pérez (Ayda y Yolima), surgieron Orquestas como la de Rocho (Ritmo Tropical) y la de Cheo Paba (La Sonora del Norte), famosa por sus domingos bailables en el Hotel Timaná. Entre los Conjuntos de Acordeón de ese entonces se destacó Gustavo Mantilla, y el Combo Nuevo, con el acordeón de un gran maestro como era Ismael Rudas y su cantante Álvaro Vergel (o Troncoso), que no cesaba de tocar en parrandas y bailes populares, como en La Popa, Las Llanadas, El Carretero, El Llano, El Tamaco, La Piñuela, El Palomar, y representó a Ocaña en un concurso nacional organizado por la Cadena Radial Caracol, en la famosa "Orquídea de plata Phillips", en el radio teatro de Nuevo Mundo. 

En diversos barrios de Ocaña era común escuchar los famosos "picots" o cornetas que retumbaban por doquiera, como en el Barrio El Carretero con Don Jesús Sanjuan, o en la casa del negro Martín Villafañe, o en El Palomar o El Garrapatero,  con la música bailable de esos años, como La Pollerá Colorá, La Negra Celina, Festival en Guararé, La Paloma Guarumera, Rosa María, etc. Ni que hablar de los bailes organizados por los alumnos del Caro, la Normal o por los Clubes sociales, como el Tarigua, Comercio, Ocaña , en la pista Hacaritama del Palacio Municipal y hasta en  Los Piscingos, donde era común encontrar agrupaciones musicales de gran talla, como la Orquesta Santa Marta, que desde el 14 de diciembre arrancaba hasta el 6 de enero, y se alojaba en el Hotel Sevilla, en la esquina de la Plaza; Peyo Torres y sus Diablos del Ritmo de Sincelejo, excelente orquesta; la Sonora del Caribe de Barranquilla de Los Hermanos Pompeyo: Reyes Torres de la Guajira, José Nuncira Machado de Barranquilla. También se sacaban los equipos de sonido a la calle, se cerraban con lazos y los del barrio bailaban, como era el caso de Memo Picón en el Tamaco.

A todo lo anterior podemos agregar la presencia masiva de estudiantes costeños, que procedían especialmente de municipios como San Juan del Cesar, Villanueva (Guajira), de Valledupar, La Paz, Manaure, San Diego, Codazzi, Becerril, Chimichagua, Tamalameque (Cesar), de El Banco, Mompox, Barranquilla, y muchos más, que nos contagiaron con su música y alegría, como el caso de acordeoneros de la talla de Willer Daza, Álvaro Cabas, Oscar Queruz , cajeros como Pedro Alfaro, guacharaqueros y cantantes como Lucho Correa, compositores como los hermanos Meneses (Fernando y Alfonso), que compusieron una canción en ritmo de paseo al Colegio Caro.

La generación "A go-go" y "A ye-ye", que tuvo su fuerte con el llamado Club del Clan de Lizarazo, tuvo en Ocaña dignos exponentes también, como Luis Portillo, Jesús Neira Quintero, Mauricio Uribe, Toño Jácome, Gustavo Quin, Héctor Quintero, Hernán Paez Mozo, los hermanos Baene - Ferez y la máxima exponente de este género:  Yolandita Pérez quien se posicionó a nivel nacional e internacional con su canción "Granito de arena" y muchos éxitos más. También coexistian otras corrientes de música ranchera, que posteriormente vinieron a conformar mariachis como el de Cristo Navarro. Sobre éste último hay que anotar, que casi todos sus hermanos, tuvieron un gusto musical, que se expresó con Cristo tocando música tropical y rancheras, Volmar cantante de la Sonora del Norte, Mirmar un gran timbalero (qepd), Alirio conguero y Nadin acordeonero (qepd). Tampoco debemos pasar por alto los hermanos Restrepo de El Palomar: Mario y Nando (el pecoso), excelentes músicos de toda clase de ritmos. No podemos olvidarnos de Rito Velasquez el rey de los boleros, de Jesús Clavijo y su Violín, de Reynel Navarro a quien la Policía en Bucaramanga lo detuvo, creyendo que era un guerrillero portando una ametralladora en su estuche del Violín (fui testigo de ello).

Ocaña y la provincia en general, ha sido una cantera musical, que aún los mismos ocañeros, no hemos sabido calcular. Ha habido para todos los géneros y gustos. Hace unos meses atrás observaba un video de una entrevista que le fue hecha al Director de la orquesta Filarmónica de Ocaña (no se si aún existe), un señor extranjero, quien manifestaba que "en Ocaña cada 20 metros se encontraba un músico". Y sin exagerar, podemos decir que tiene mucho de verdad. 

Aún tengo en mi mente grabados los conciertos que el guitarrista Henry Rivas (uno de los mejores de Colombia), quien fungía como profesor de la Escuela de Bellas Artes (1968), quien hizo que en nuestra tierra se amase la música clásica, y que de allí saliesen grandes talentos, conocidos hoy en día, que no voy a enumerar, para no caer en omisiones. 

Yo quisiera que en Ocaña se constituyese una Fundación exclusivamente para promover las artes y la cultura en general, que tocase puertas a todos los niveles, que organizase eventos y mostrase a toda Colombia cuanto valemos y cuanto podemos dar. 

Que esa Entidad (mixta o privada), se encargase de organizar un Festival anual de bandas de carácter nacional; asimismo que reviviese y fortaleciese a la Banda Municipal de Ocaña, orgullo de nuestra tierra, y que impulsase la idea de poner en marcha, en una cualquiera de nuestras Instituciones Educativas (Caro, Fernandez de Contreras, Presentación, etc), un énfasis o modalidad musical, algo similar a lo que se está haciendo en Ginebra (Valle), donde en un Colegio están egresando bachilleres con énfasis en la música y aprendizaje de algún instrumento específico: trompeta, clarinete, saxofón, guitarra, piano, arpa, tiple, bandola, violín, etc. 

Hay que destacar la labor que viene cumpliendo el Profesor Jorge Eliécer Vergel con su Escuela "Niños vallenatos de la Provincia de Ocaña"; apoyar la permanencia de la Filarmónica, y procurar que a través de la radio, se incluya en la programación cotidiana, programas dedicados a  resaltar todos los ritmos de nuestra nación colombiana, con comentarios sobre compositores e interpretes, que ilustren a la audiencia. Hay que sensibilizar a nuestras gentes, y en ello los medios masivos de comunicación deben jugar un papel primordial. En Venezuela por Ley, las Radiodifusoras deben incluir un 75% de música criolla, en todas sus emisiones diarias. Aquí nos están colonizando con tanta basura llegada de afuera, y con temas vulgares disfrazados de folclor.

Aquí te dejo, mi querido Luis Eduardo, todas estas inquietudes que estaban albergadas en mi corazón, porque aunque hace años salí de Ocaña por razones de fuerza mayor (pero pronto estaré de nuevo allá), no se han borrado los recuerdos de esa infancia y adolescencia hermosa que con mis paisanos viví con intensidad. 

Si algún paisano tiene algo más que añadir a estos comentarios, la puerta está abierta para que entre muchos podamos aportar. 

Fraternalmente,

Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi  (Electo)
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* DE: NTC … Nos Topamos Con  http://ntcblog.blogspot.com/ ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia

20 de noviembre de 2014, 10:32


Maravillosa y expresiva la foto  del GRAN Maestro Diego Estrada publicada por   Martha Valdés Piñeres en su Face book.



Como el acceso a dicho Facebook está o podría estar restringido, copiamos la foto de allí, en donde incluimos este comentario

Bello e incomparable ser humano! El Gran Maestro Diego Estrada en el Encuentro Anual de Confraternidad Médica Nacional. No.20. Marzo 19 y 20, 2010. 




Qué duro y nostálgico recordarlo cuando se avecina el tercer aniversario de su muerte http://www.elpais.com.co/elpais/cultura/noticias/fallecio-legendario-bandolista-vallecaucano-diego-estrada ) 



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