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Orquesta Colombiana de Bandolas
Especial 'las cuerdas que nos unen': las siete vidas de la bandola.
EL TIEMPO .com , 28 de Junio del 2012
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Especial 'las cuerdas que nos unen': las siete vidas de la bandola
Un instrumento de la música andina que no tiene tantos amigos como la guitarra y el tiple.
El director Manuel Bernal tararea la melodía, mientras les pide a las dos intérpretes de bandolas soprano un sonido más delicado. Ellas, siguiendo sus instrucciones, inician de nuevo la canción, una composición del maestro Luis A. Calvo, titulada 'Escenas pintorescas de Colombia'.
Es miércoles y son las 7 de la noche. En el pequeño recinto, ubicado en el barrio Palermo de Bogotá, se amontonan para ensayar 18 de los 22 miembros de la única Orquesta de Bandolas del país, que se constituyó hace cuatro años y que se ha sostenido gracias a la devoción de sus integrantes por un instrumento para nada masivo.
"El trabajo duro es encontrar espacios de divulgación, porque lo que hacemos se sostiene en sí mismo: los ensayos y las partituras son muy cuidados -asegura Bernal, quien es el director encargado de la orquesta, en ausencia de Fabián Forero, intérprete, profesor y uno de los estudiosos más aplicados de la bandola en el país-. Tenemos a favor el factor de la sorpresa... La gente se pregunta cómo sonamos".
En la orquesta se combinan las tonalidades de bandolas soprano, alto, bajo y, desde hace dos años, contrabajo. Esta última solo tiene cuatro cuerdas, a diferencia de las demás de su familia, que usan 12, la cantidad típica del instrumento andino colombiano.
La variedad y texturas de tonalidades que alcanza la orquesta se debe a los estudios que inició Vicente Niño, bandolista de la estudiantina Bochica, hace más de 30 años, y se ha complementado con los avances de académicos y lutieres nacionales.
"Esta es una investigación que se ha desarrollado en la capital, una labor muy bogotana", en palabras de Bernal.
"Es un proceso que ha incluido buscar los instrumentos, analizarlos acústicamente, construirlos, equivocarnos y rehacerlos", agrega el también bandolista, quien recuerda que para diseñar esta familia de bandolas se basaron en las que ya existían en España (bandurrias), Rusia (domras y balalaicas) e Italia (mandolinas).
Popular o no
La historia de la bandola en Colombia se remonta a finales del siglo XIX, mucho antes de que Diego Estrada, Luis Fernando León, Jesús Zapata Builes y Benigno el 'Mono' Núñez -fundador del festival que lleva su nombre en Ginebra (Valle) en 1974- fueran reconocidos como los mejores intérpretes del instrumento en este país.
En 1899, el compositor vallecaucano Pedro Morales Pino lanzó a la fama la bandola al incluirla en la primera estudiantina que se creó en el país: La Lira Colombiana. En la agrupación, perfeccionó su interpretación al agregarle una cuerda y marcó la estructura precisa de cada ritmo colombiano. Hasta ese momento, la bandola se tocaba en grupos musicales familiares y en reuniones sociales privadas.
Pero el camino para este instrumento de 12 o 16 cuerdas (el mayor número no representa más dificultad, sino un cambio en el timbre y en la afinación), cuerpo redondeado y brazo de madera no ha sido fácil. Si de popularidad se habla, no es la bandola el instrumento en cuestión, pues a pesar de tener numerosos seguidores e intérpretes, comparada con el tiple o con la guitarra, no tiene mucho que hacer.
"Hay quienes están llevando la bandola a espacios más comerciales, pero yo no creo que sea una necesidad. Esta música nunca ha sido masiva y corresponde a una estructuración que es distinta, que viene de una tradición más académica, más urbana; porque, al contrario de lo que mucha gente piensa, la bandola nunca fue un instrumento campesino, sino más bien urbano. Siempre ha tenido la posición compartida de ser un instrumento andino y académico", asegura Bernal.
A mediados de mayo pasado, unas mil personas se reunieron en el parque central de Usaquén para asistir al más reciente concierto de la Orquesta de Bandolas. Su curiosidad sobre la riqueza musical de la agrupación las llevó a deleitarse con el repertorio, que va desde pasillos y bambucos hasta piezas de música clásica.
"La orquesta ha tratado de tocar en distintos lugares del país para mostrar que en la bandola no solo se interpreta música andina colombiana, con una sonoridad muy interesante, sino que hay gente que ya toca rock, jazz y hasta metal. Gracias a lo que hacemos, la bandola podrá tener otra posición en el futuro cercano", asegura emocionada Oriana Medina, quien desde hace nueve años interpreta la bandola alto.
Sangre nueva
Lejos de esa discusión, un grupo de 16 alumnos de la clase de cuerdas típicas en la población de Sopó (Cundinamarca) ensaya cada viernes en la tarde.
A 48 kilómetros de Bogotá, un diminuto salón del Instituto de Artes de la población alberga a los niños y jóvenes que intentan sacarles la melodía a sus guitarras, tiples, violín, bajo y, por supuesto, bandolas.
El profesor Jhon Montenegro, integrante de la Orquesta de Bandolas, es el responsable de que los pequeños se intercambien partituras del pasillo Transparencia, de Jesús Alberto Rey, y Tango último, de Astor Piazzolla, como parte de sus ensayos de la estudiantina Cuerdas Pulsadas de Sopó.
"Lo que importa es que a través de los instrumentos los muchachos puedan conocer otras músicas", asegura Montenegro, que lleva diez años interpretando la bandola.
Sus alumnos se acomodan para sentarse, con su instrumento, frente a los atriles que sostienen las partituras. En el grupo hay cuatro aprendices de bandola que planean continuar su carrera musical de forma profesional, estudiando en las facultades de Artes de la Universidad Distrital, la Sergio Arboleda o la Pedagógica, en la capital.
"Pienso en la bandola como en un efecto multiplicador de conocimiento, de música, de repertorios. Es un puente bonito entre la música que los jóvenes no conocen y lo que ellos quieren tocar", agrega el profesor Montenegro.
Para Bernal, la bandola debería quedarse donde está. "No creo que necesite situarse en el mismo nivel de la guitarra eléctrica, porque sus espacios son distintos. Responde a espacios para la música de cámara o acústica. Dar un concierto para 5.000 personas, pues ojalá pasará, pero no es algo que, de verdad, necesitemos", concluye.
Un sonido con sabor árabe
El origen de la bandola es árabe. Llegó a América en la Conquista. Su sonido deriva de la vihuela española. Se interpreta con plumilla, como la mandolina, el laúd y la balalaica. En Colombia, se arraigó en los Andes y los Llanos. En Venezuela hay la guariqueña y la guayanesa.
Sofía Gómez G.
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