En su 2a. etapa, provisional,
publican y difunden
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LOS FESTIVALES DE
FOLKLORE
UNA REFLEXIÓN Y UN
ALERTA
Por Prof. Alcides Hugo Ifrán
Vicepresidente ( 1 )para asuntos culturales del CIOFF®
Consejo
Internacional de Organizaciones de Festivales de Folklore y de las Artes
Tradicionales
http://www.cioff.org/index.cfm?lng=es
http://www.cioff.org/index.cfm?lng=es
Los festivales de folklore -sin
distinción alguna entre los locales, regionales, nacionales o internacionales- proponen
manifestaciones artísticas que se basan (o debieran hacerlo para merecer el
calificativo de “folklóricos”), en patrimonios que no siempre son respetados
como un bien común.
La equivocada toma de esos bienes como patrimonios
personales con los que se puede trabajar al libre albedrío, hace que
fundamentalmente la música y la danza encuentren intérpretes que, en la
búsqueda del aplauso fácil, olviden que están trabajando con algo que no les es
propio y que, consecuentemente tienen obligación de respetar en sus paradigmas.
Así, la introducción de elementos estéticos a menudo reñidos
con la autenticidad; la presencia de instrumentos musicales electro acústicos y
o extraños a los sonidos prístinos de lo autóctono entre otros en el área de la
música; diseños coreográficos que recorren el proscenio sin argumento
coherente; movimientos corporales lejanos a los que el creador de los mismos en
las áreas folk hayan ideado; vestimentas sin siquiera reminiscencias de las
originales ni en diseño, ni en color, ni en sentido para el que en el ancestro
fueran realizadas, -entre mil ejemplos-, son lamentables testimonios de que la
frase anterior no es errónea.
No es que esté ajeno a la necesidad del artista de recrear
permanentemente; que no considere al mismo un elemento que contribuye
enormemente al enriquecimiento del patrimonio general; sólo que debe ser lo
suficientemente sutil –cuando maneja estos patrimonios-, como para no confundir
al público lego y por el contrario clarificarle hasta dónde lo auténtico en lo
que ha basado su inspiración para ponerlo en escena con su propia óptica. Habrá
hecho un aporte enorme a la cultura y al respeto de la diversidad de la misma.
La UNESCO ha producido diversos
documentos en los que se referencia a la necesidad del rescate, la preservación
y la difusión del folklore, de la cultura popular y del patrimonio cultural inmaterial,
-entre otros aspectos de la creatividad humana-, y los festivales de folklore
pueden constituirse en valiosos auxiliares para concretar esa necesidad. Sin
embargo debemos admitir que la injerencia del mercadeo al que se somete la
cultura en general y ésta en particular, han hecho de muchos festivales
justamente un ámbito de deturpación de los patrimonios que utilizan sin pudor
alguno como si fuera propio.
¿Quiénes son los responsables de que
esto suceda?.... ¿los organizadores de festivales, que en la necesidad de
ingresos para cubrir costos buscan el show efectista en vez de la pureza de una
manifestación cultural?... ¿los directores de los grupos que no toman
conciencia de su responsabilidad en el manejo del patrimonio en común?... ¿los
organismos gubernamentales que no controlan qué es lo que se hace con el
patrimonio cultural que debieran custodiar?... ¿las ONGs que no quieren
arriesgar pérdidas de asociados o público si ajustan sus conceptos de puesta en
escena?... ¿el público, a menudo falto de criterio y educación acerca de lo que
es la diversidad cultural que debe reconocer y respetar?...
Me atrevo a pensar que la
responsabilidad es compartida por todos y no asumida por nadie, y de tal forma,
los pseudo festivales de folklore son lugares propicios para un momento de
esparcimiento espiritual que, pasado, nada deja como saldo para la reflexión,
para el análisis, para la comparación… triste final………..
Afortunadamente, lo que antecede tiene
excepciones. Existen ejemplos a lo largo y ancho del mundo, de festivales que
constituyen verdaderas aulas didácticas en las que decenas de folkloristas
transmiten a miles de espectadores lo más auténtico de su cultura
(invariablemente con éxito artístico, cultural y humano); que incluyen
exposición y talleres de artesanías; que hacen de las comidas una formidable
forma de acercamiento a los sabores de otras culturas; que concretan juegos
ancestrales en los que estimulan las habilidades motrices y mentales; que
realizan encuentros intergeneracionales en hogares de ancianos y hasta
hospitales; que encuentran en ceremonias litúrgicas el momento oportuno para la
reconciliación y el comienzo de una confraternidad que va más allá de credos
religiosos, ideas políticas, cuestiones raciales… sí, felizmente existen estos
festivales. Los festivales a que aspiramos en CIOFF®.
Consecuentemente, ¿responden todos los
festivales CIOFF® a estas elucubraciones?... seguramente que muchos no, pero
estamos trabajando fuertemente para que la nueva política cultural del CIOFF®
-desde la recientemente creada vicepresidencia mundial para asuntos
culturales-, se implemente en todas sus
áreas de trabajo y, por supuesto, la de los Festivales Internacionales de
Folklore, esos que dieran origen a la creación del CIOFF® allá por el 1970.
La concepción de los festivales del
entonces, los objetivos fijados por Henry Coursaget y sus amigos fundadores del
CIOFF®, el interés de los grupos y sus directores… todo ha cambiado aunque
manteniendo una premisa: deben servir para la paz y el entendimiento entre los
hombres. Se ha agregado el “y de las artes tradicionales”, que no figura en la
sigla, pero que deja tácito el compromiso de trabajo en el todo lo que hace a
esta parte de la cultura que da identidad a sus portadores.
Ese cambio nos ha permitido insertarnos
en relaciones con la UNESCO, y en esas relaciones hemos adquirido nuevas
responsabilidades. Ahora no podemos ser ajenos al tratamiento que se dé a la
cultura tradicional y popular, al patrimonio cultural inmaterial; nos hemos
constituido en aliados de sus preocupaciones, y los festivales de folklore -no
importa la envergadura de su trascendencia-, son una herramienta formidable
para coadyuvar a las preocupaciones del organismo intergubernamental.
Hacerlo no será fácil, lo sabemos;
criterios culturales (y económicos) de los organizadores; responsabilidades de
los directores y sus grupos; culturización de un público ávido de autenticidad
pero obnubilado por efectos lumínicos, sonidos estridentes y sonrisas fingidas
-entre otros- hacen pensar en una Quijotada… Pero el Quijote existió, por eso
se constituyó en una de las obras maestras de la literatura universal…
Por Prof. Alcides Hugo Ifrán
Vicepresidente para asuntos culturales del CIOFF®
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Llegó Petronio
Por
German Patiño
El
País .com, Cali, Agosto 10 de 2014 - 23:15
Con
el verano y los vientos de agosto llega a Cali la música del Pacífico. En esta
ocasión con la dirección de María Elena Quiñonez, secretaria de cultura, y la
también de la porteña Teodomira Luna.
Se
trata de una ocasión única, para que el público, cada vez más nutrido, conozca
las fuentes de donde mana la música. Quiero decir que es de las pocas
oportunidades en que las audiencias de una ciudad pueden ver y oír en el
escenario a agrupaciones de música tradicional. Es decir, a campesinos, mineros
y pescadores que, sin dejar su oficio básico, también interpretan música con
instrumentos artesanales Podrás ver un violín hecho en guadua traído del norte
del Cauca, o una marímbula llegada de la costa chocoana. También muchas
marimbas de chonta, y grupos de cantaoras que entonan bellísimas canciones.
Estas
agrupaciones tradicionales, llegadas de las riberas de los ríos y de los campos
y pueblos perdidos del Litoral, constituyen el alma del Petronio, y son los que
han convertido este evento en uno de los festivales folclóricos más importante
de Latinoamérica y del mundo. No hay ninguna exageración en esta afirmación:
así lo han reconocido músicos académicos de tanta trayectoria y méritos como
Francisco Zumaqué y Guillermo Carbó, amén de delegados internacionales de la
Unesco.
El
Festival demuestra el acierto del maravillosos compositor húngaro Bela Bartok,
cuando afirmó que en la música tradicional las “melodías alcanzan la más alta
perfección artística, porque son verdaderos ejemplos de la posibilidad de
expresar una idea musical con la mayor perfección, en la forma más sintética y
por los medios más modernos” (Sobre la música popular). Gracias al Petronio esa
verdad ya la conocemos. Infortunadamente los músicos urbanos aún no la acaban
de entender. Ellos todavía creen que “hacer buena música” depende de un
complicado aparataje electrónico y de repetir, sin mayor sentido crítico, las
canciones y los ritmos de moda llegados de otras culturas.
Esta
música tradicional es inagotable y perfecta. De ellas surgen las grandes
canciones colombianas y eso sucede en todas partes. Pero la urbanización del
mundo ha trastocado la vida y la cultura de las comunidades campesinas, por lo
que ellas y sus músicas se encuentran en peligro de extinción. Conocerlas,
salvaguardarlas y promoverlas es la misión de Festivales como el Petronio
Álvarez, y eso obliga a sus organizadores a ser especialmente cuidadosos en la
selección de músicos y agrupaciones que se subirán al escenario.
Ese
es el éxito del Festival , desde que en la primera versión se comprendió que no
podía ser de música del Pacífico orquestada, sino que debía centrarse en la
música tradicional de naturaleza campesina. Lo hace importante y casi único. Y
esos músicos son los que lo han hecho grande. No las grandes orquestas ni los
conjuntos electroacústicos, sino el sencillo pescador de Nuquí que toca la
marímbula y el humilde minero de Suárez que interpreta un violín encordado con
crin de caballo. En la sencillez y en la pureza de esa música prístina es que
reside el valor cultural del Petronio Álvarez.
Un
músico académico nunca podrá alcanzar la excelencia, si no es capaz de apreciar
la belleza que brota de la música tradicional.
Nos
vemos en Petronio el próximo miércoles.
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